Los síntomas cognitivos incluyen dificultades para la memoria de evocación (dificultad para recordar algo que se ha olvidado a pesar de que nos den alguna pista o clave), lentitud del pensamiento, lentitud en el aprendizaje de cosas nuevas, disminución de la fluidez del habla y pérdida de las habilidades visuo-espaciales (reconocer bien un objeto en un paisaje, copiar un dibujo), etc..
Las alteraciones neuropsiquiátricas son principalmente las alteraciones del estado de ánimo.
Estos síntomas van a estar presentes en todos los tipos evolutivos de la EM, tanto en la recidivante-remitente como en las formas secundarias progresivas.
El grado de deterioro cognitivo a lo largo de la enfermedad va a estar muy estrechamente ligado a la discapacidad física, al incremento de la edad, a la intensidad de la fatiga, a la severidad de la depresión y a la progresión de la enfermedad a formas secundarias progresivas.
El síntoma cognitivo del que con más frecuencia se queja el paciente, va ser “la pobre memoria”, que puede aparecer desde el diagnóstico de la EM. Estos problemas de memoria se refieren a la dificultad para recordar tanto información verbal (palabras determinadas) como visual (recordar caras de familiares o personajes famosos y eventos autobiográficos). Sin embargo la memoria inmediata y la capacidad intelectual son normales en estos primeros estadios.
Otra dificultad que sufren los pacientes con EM es la rápida aparición del cansancio o fatiga para mantener una tarea intelectual o mantener la atención a lo largo de un periodo de tiempo. Esto estaría relacionado con la lentitud en procesar la información y del pensamiento. Estas alteraciones estarían asociadas con el grado de atrofia de la corteza cerebral que aparece en la EM.
Se han observado dificultades para el razonamiento, la planificación y la organización de las tareas normales de la vida diaria y del trabajo. Uno de 3 los síntomas característicos es la dificultad, de los pacientes con EM, de realizar a la vez una tarea cognitiva y motora, como por ejemplo andar y realizar operaciones aritméticas.
Estos déficits se relacionan con la mayor atrofia de determinadas áreas del cerebro como los lóbulos frontales. Estos síntomas cognitivos son menos intensos en los pacientes con mayor reserva cognitiva, es decir, los de mayor nivel cultural y educacional. Esto sugiere que un estímulo intelectual como leer, hacer crucigramas, etc., pueden proteger contra el deterioro cognitivo de la EM.
La repercusión del deterioro cognitivo en las actividades de la vida diaria depende de la cantidad de funciones cognitivas afectadas, y de la gravedad de la afectación de las mismas.
Desde ADEM-TO realizamos una intervención conjunta el servicio de Neuropsicología y Terapia Ocupacional con una neuro-rehabilitación cognitiva basada en el aprendizaje verbal y en el aprendizaje de estrategias para mejorar las actividades de la vida diaria.