Cualquier músculo de nuestro cuerpo está formado por haces de fibras envueltas por una membrana (fascia) que le da forma. Estas haces son elásticos, es decir, pueden acortarse o estirarse.
Cuando la tensión de un músculo aumenta, estos haces de fibras se acortan y el músculo se contrae. Dicha contracción mantenida durante mucho tiempo puede producir dolor y limitación del movimiento, entonces hablamos de una contractura muscular.
Las contracturas se pueden producir por múltiples causas. Entre ellas, las más habituales son las siguientes:
- Posturas incorrectas: En el trabajo, al coger peso, durante la ejecución de alguna actividad de la vida diaria… adoptamos posturas forzadas durante mucho tiempo.
- Falta de actividad: Después de un largo periodo de tiempo sin realizar ninguna actividad, la musculatura se debilita. Existe riesgo de contractura si después de dicho tiempo sometemos al músculo a un esfuerzo mayor del que él puede soportar.
- Demasiada actividad, con mala técnica o mediante gestos repetitivos: Porque se produce una contracción excesiva y prolongada del músculo.
- Estrés: Produce un cuadro de tensión general.
- Falta de hidratación: Numerosos estudios científicos demuestran que el agua es un elemento clave para un correcto metabolismo celular, por lo que la falta de esta puede afectar a la capacidad de contracción-relajación de las fibras musculares.
- Estiramiento mantenido y brusco del músculo: Éste como defensa tiende a contraerse.
- Traumatismo externo: Es decir, un golpe directo sobre el músculo, por ejemplo.
Para aliviar los síntomas que produce una contractura es necesario recurrir a un Fisioterapeuta.
Este profesional mediante la aplicación de un masaje en la musculatura afectada conseguirá calentar la zona y favorecer la circulación sanguínea en la misma, además de flexibilizar las fibras. Posteriormente, es importante realizar el estiramiento de la musculatura tratada, con el fin de que las fibras recuperen su longitud adecuada y se alineen correctamente.
El Fisioterapeuta recomendará la aplicación de calor y la realización de estiramientos y ejercicio suave funcional los días posteriores al tratamiento, con el objetivo de evitar una recaída.
En conclusión, para prevenir la aparición de una contractura muscular es importante:
- Realizar ejercicio regularmente: Es necesario aumentar la intensidad del ejercicio de forma muy progresiva. Hay muchos deportes gracias a los cuales puedes potenciar tu musculatura sin sufrir lesiones, como por ejemplo, Pilates, Yoga, Marcha Nórdica y Natación.
- Adoptar posturas correctas: Sobre todo, cuando tengas que estar mucho tiempo en una misma posición. Igualmente debes vigilar tu posición a la hora de agacharte o coger peso. Recuerda, si estás mucho tiempo en una misma posición, descansa cada hora, levántate, camina y muévete aunque sea durante unos minutos.
- Práctica métodos de relajación: Es muy beneficioso para todos los músculos de nuestro cuerpo, sobre todo, para los de nuestra espalda. Puedes escoger entre diferentes métodos de relajación como la aromaterapia, música suave, la meditación, etc. Ve a un lugar tranquilo, cierra los ojos y respira suavemente intentando dirigir todo el aire hacia el abdomen.
Mantén un estilo de vida saludable: Una buena alimentación, ejercicios, actividades relajantes y olvidarte del estrés y la ansiedad son premisas necesaria.