La seguridad en los vehículos adaptados supone uno de los mayores retos. Cada intervención requiere un alto conocimiento y experiencia ya que implica alterar drásticamente muchas de las funciones de serie del vehículo.
Cuando necesitamos de una adaptación, lo primero que debemos preguntarnos es ¿qué tipo de adaptación necesitamos? De ello dependen las necesidades a las que nos tengamos que enfrentar. Según sea para el acceso, la conducción y el transporte, deberemos escoger entre el abanico de opciones que son técnicamente viables. Entre estas, será preciso filtrar aquellas que nos aporten mayor comodidad y autonomía al usuario.
Si pasamos a un plano más técnico, encontramos los sistemas de seguridad que se derivan de la propia adaptación del vehículo. Para su correcta homologación, cualquier intervención debe seguir una serie de pautas concretas.
Tener vehículo adaptado propio permite a las personas con discapacidad llevar una vida más autónoma e independiente. Además, en la actualidad existen tantas y tan variadas formas de adaptar un vehículo que es difícil no encontrar la solución a cualquier problema que se presente.
Las personas con movilidad reducida ya no tienen por qué quedarse en casa o depender de otras para los traslados por carretera. Pueden viajar en su propio vehículo y llevar una vida independiente y autónoma, dentro de algunos límites que deberían ir desapareciendo con los avances científico-técnicos. Los vehículos adaptados son una realidad hace algunos años y cada vez se perfeccionan más.