No podemos hablar de relajación sin antes sentarnos ante las emociones. Asique lo primero, ¿qué es una emoción? Muchos podremos responder que son sentimientos. Pero entonces, ¿qué son los sentimientos? ¿Emoción y sentimientos son lo mismo? Todo empieza a liarse y no hemos hecho nada más que empezar.
Pues bien, una emoción se crea debido a una serie de respuestas neuroquímicas y hormonales que hace que nos comportemos y sintamos de una determinada manera ante una situación y/o estímulo. Podríamos decir que el causante de esto es el sistema límbico. Explicado de otra manera, nuestro cerebro aprende que la avispa nos puede picar, por lo tanto, cuando veamos una lo más probable es que huyamos, nos sintamos tensos, y, además estaremos en alerta y no la perderemos de vista, por si acaso. Esto siempre es una respuesta inconsciente, que no llegamos a controlar.
Por otro lado, el sentimiento es similar a la emoción pero se incluye un pensamiento racional acerca de esa situación y/o estímulo. En el ejemplo de la avispa, podríamos pensar que sabemos que si no nos movemos demasiado no nos pasará nada, que mientras la avispa no se sienta amenazada no suele atacar, por otro lado, también podemos pensar que si cogemos el matamoscas, y si es eléctrico mejor, nos sentiremos más seguros… aquí ya habría una gran variedad de reacciones conscientes, tantas como personas se encuentren en esa situación.
Ahora que ya tenemos estos conceptos claros, ¿cómo pensáis que las emociones y los sentimientos nos pueden influir en nuestra vida cotidiana? ¿Creéis que influyen en la manera de afrontar las situaciones, las enfermedades, los problemas, los conflictos…? ¿Y en nuestra salud? Muchos estudios demuestran que sí.
Por lo tanto, ¿si yo cambio mis sentimientos y, por tanto, mis emociones, podría cambiar mi manera de afrontar las situaciones, mis problemas, mis conflictos e, incluso, la gravedad de mi enfermedad? ¿Y qué pasaría con nuestra salud?
Pues sí, así es y nuestra salud mejoraría. Hay muchos estudios que lo demuestran, pero vayamos al grano. Cuando tenemos dificultades en nuestra vida cotidiana, ya sea porque no nos entendemos bien con nuestra pareja, porque ir a trabajar/estudiar me causa mucho estrés, porque tengo una enfermedad crónica, etc., se genera una serie de pensamientos (“estoy cansado de que el jefe siempre me encargue todo el trabajo sucio”, “voy a suspender”, “mi chico/a nunca hace nada de lo que le pido” “por qué a mi; que he hecho yo para merecer esto”). Estos pensamientos, que suelen ser además como un comecocos que están ahí todo el día rondando por la cabeza, genera un sentimiento negativo o malestar que, en muchas ocasiones podemos sentir en el cuerpo, por ejemplo, tener la sensación de agujero en el estómago, de nudo en la garganta, otras personas sienten que no pueden pensar con claridad, etc. Esto que puede ser tan solo situacional también puede ser que se quede instaurado en la persona. En este último caso sería una situación grave, porque se adquiere como hábito y se corre el riesgo que se generalice a otros ámbitos de la vida.
Lo importante, ¿cómo solucionamos el problema? Con relajación. Sí, solo relajación (y, a veces, algo de terapia). Quizás el jefe nos siga mandando el mismo trabajo que no nos gusta, es seguro que siga padeciendo la enfermedad, estudiar lo seguiré postergando todo lo que pueda. Entonces ¿qué cambia? La emoción, esa de la que hablábamos al principio. La relajación sirve para cambiar la emoción y los sentimientos. Porque no es lo mismo que nuestro cerebro asocie esclerosis múltiple con silla de ruedas, discapacidad, etc., que lo asocie con un pensamiento del tipo “hay qué ver cómo me está apoyando mi familia”. Y, a través de la práctica y aprendizaje de la relajación, técnicas de mindfulness, coherencia cardíaca, etc., vamos a conseguir que estas emociones y sentimientos se modifiquen porque se han reducido, se han eliminado o aparecen otras más adaptativas, porque al fin y al cabo vamos a cambiar la neuroquímica de nuestro cerebro y, por lo tanto, cambiaremos nuestra manera de enfrentarnos a una enfermedad o a un problema cotidiano que se repite. Es cuestión de ponerlo en práctica. Asique ¡anímate a probarlo!