Otra de las dificultades muy comunes en personas con esclerosis múltiple y que, en este caso también implica a sus parejas, son las relaciones sexuales. Asique si tienes EM, tú o tu pareja, y tenéis problemas durante las relaciones sexuales o, directamente la frecuencia, intensidad o duración de las mismas ha disminuido considerablemente este es tu artículo. Si tú o tu pareja tiene EM y no tenéis problemas en las relaciones sexuales, también. Nunca está de más saber algo sobre el tema.
Todos sabemos las dificultades que una enfermedad como la EM ocasiona en las relaciones sexuales, que si la espasticidad, que si la rigidez, los problemas de lubricación, los problemas para tener erecciones, la debilidad del suelo pélvico, impotencia… etc, etc., etc y un largo etcétera.. y eso sin hablar de las dificultades psicológicas como el miedo al rechazo, los cambios de identidad…. Pero la cuestión no es hablar de las dificultades sino de las posibilidades, porque HAY QUE DARLE OPCIONES AL SEXO, al menos hay que darle la oportunidad, sencillamente porque nos lo merecemos y nuestra pareja también.
Hay un efecto al que yo denomino EFECTO BUCLE, y es cuando la persona afectada por una parte tiene dificultades para mantener relaciones sexuales, ya sean de esas dificultades físicas o psicológicas de las que hablábamos, es decir que tiene la líbido por los suelos y no le apetece tener sexo con su pareja, vale es comprensible, es normal. Pero empieza a ser un tema que a poder ser se evita, no se habla de ello y, si su pareja hace intento de acercase íntimamente se angustia y trata de salir del paso como puede o, en caso contrario cede, se deja llevar pero con una intención implícita como de poner el contador a 0.
La pareja ante esto, de alguna manera se pone en la piel de su pareja y entiende que para él o ella debe ser difícil tener relaciones, que ya no es lo mismo, asique en este sentido se van distanciando, cada vez más, cada vez más… tanto que a veces alguno de ellos quiere darle un beso al otro y no lo hace por miedo a que se piense que quiere algo más… y como no queremos mantener relaciones ya ni le da el beso… asique al final en la pareja queda sellado que el tema este del sexo… como que no. Y no, esto ya no es normal y esta es la realidad. La realidad es que lo que empieza siendo una disminución sustancial de las relaciones sexuales (y que la pareja al final lo acepta casi como algo natural) acaba siendo un “que ya ni nos tocamos, ni nos besamos (y no, no cuentan los besos de “hola y adiós”), ni nos abrazamos…”; esa es la realidad de muchas parejas. Parejas que al principio eran muy de tocarse, de abrazarse, de decirse cositas al oído… terminan siendo compañeros de piso, o dicho de otra manera cuidador y persona cuidada y además esto pasa a ser la nueva zona de confort en la pareja. Por eso hay que salir de este bucle, está claro que no es sano para la pareja.
Asique reflexionemos un poco…
Es cierto que la sintomatología de la enfermedad nos va a dificultad para mantener relaciones sexuales coitales (sobre todo si somos de los que entendemos que las relaciones son puramente coitales, pero esto es otro tema, también muy interesante por cierto), pero también es verdad que estos síntomas no nos limitan a la hora de tocarnos, ni de abrazarnos, ni de acariciarnos, ni de decir a mi pareja “te quiero”, ni de tener deseos, no nos impide disfrutar, ni nos impide besarnos, ni alabarnos… entonces, ¿por qué no hacemos estas cosas más a menudo? ¿cuál es el verdadero problema y qué pinta la enfermedad en todo esto? ¿qué disminuye entonces… mis ganas de que me quieran menos? ¡Si precisamente lo que yo quiero (y mi pareja también) es que me quieran más y mejor! Por lo tanto lo que necesitamos precisamente son más besos, más caricias, más abrazos, más palabras al oído, más miradas cómplices, más palabras de ánimo, más apoyo… Salgamos del bucle.