Hace tiempo hablamos sobre cómo las dificultades a raíz de la enfermedad influyen en las relaciones sexuales pero que había que darle opciones y oportunidades al sexo. También reflexionábamos acerca del efecto bucle que se produce en la pareja, cuando todo circula a través del cuidado y se deja de lado el rol de pareja. Si no has leído el artículo y te interesa, o simplemente quieres refrescar un poco la memoria, Pulse Aquí tienes el enlace.
En esta ocasión vamos a reflexionar un poco más… porque todos estaréis de acuerdo en que las discapacidades físicas producen ciertas limitaciones pero no producen limitaciones sentimentales y, la realidad es que con mucha frecuencia, las personas terminamos rechazando lo que más deberíamos valorar: nuestro cuerpo. Nuestro cuerpo tiene sus limitaciones pero también con sus posibilidades. Asique en muchas ocasiones cogemos manía a algunos de nuestros recursos como la muleta, la silla, la bolsa, la grúa… Pero pensad, si estas herramientas nos facilitan el día a día de nuestra vida, y una de las cosas más importantes es nuestro cuerpo, difícilmente vamos a dejar espacio para disfrutar, sentir y vivir nuestra sexualidad. Hay una frase que me gusta mucho que dice “quien se define por lo que no puede, no dedica sus energías a sentir, vivir y gozar aquello que sí puede”. Todos y cada uno de nosotros sabemos lo que tenemos y lo que no, pero démonos cuenta de lo importante y valioso que es aquello que tenemos porque será lo que nos permita disfrutar. Por lo tanto, centremos nuestra atención aquí. Debemos tener claro que una enfermedad o una discapacidad no nos invalida como personas ni nos quita la identidad: no elimina la capacidad de desear, ni de ser deseable, no anula la capacidad de conocer gente, de convivir ni compartir con ellos. Por lo tanto, sigámosla fomentando y solventemos las dificultades hablando con nuestra pareja, diciendo lo que nos preocupa, lo que nos gusta y lo que no, lo que deseamos, lo que hemos cambiado, etc. Esto forma parte del proceso de aceptación.
Unos de los síntomas que se dan en hombres con EM son la impotencia y/o eyaculación precoz o retardada. Probablemente estos síntomas no los hayan tenido antes, por lo que genera mucha incomodidad y los hombres se sienten bastante perdidos, no saben qué hacer. A veces, tras la primera vez, vuelven “a ponerse a prueba” consigo mismos para ver si es algo que se repite o, si por el contrario, fue simplemente espontáneo. A veces esto es peor, la disfunción se vuelve a dar, lo que termina provocando una evitación sexual. Esto puede producir una pérdida de rol en el hombre, quien sigue arrastrando el estigma de ser quien satisface sexualmente a la pareja y esto produce en el hombre pensamientos de tipo “incluso hasta en esta esfera ha llegado la E.M.” con total sensación de frustración. A veces, se comete el error de tener relaciones obligadas como para poner el contador a cero. Esta conducta está centrada en el pensamiento pero no en la relación. Seguramente de este tipo de encuentro no se puede esperar un resultado positivo. ¿Qué hay que hacer? Primero, comunicación, comunicación y comunicación. Habla con tu pareja. Di qué te pasa. Cómo te sientes. Qué piensas. Segundo, pide información, ve a asesorarte a los profesionales. Tercero, conoce tu cuerpo. Desgenitaliza la relación. Cuarto, déjate llevar y que te hagan.
Departamento de Psicología.
Noelia Melgar.