Según la Real Academia Española (RAE) la resiliencia es la capacidad de adaptación de un ser vivo frente a un agente perturbador o un estado o situación adversos. Adentrándonos más en el terreno de la Psicología con una estrecha vinculación en el Trabajo Social hay que dar un paso más y ver la resiliencia no es solo como la forma de adaptarse a una situación adversa, sino además como en relación con el fortalecimiento de la circunstancia y la contrariedad.
Esa capacidad de resiliencia aparece en ocasiones innata a las personas, pero en otras ocasiones hay que entrenar las características que hacen que la capacidad de afrontamiento y de positivismo emerja en las personas. Por eso la resiliencia se dice que se puede entrenar y se puede capacitar.
Desde al ámbito de Trabajo Social y siguiendo a Germaín (1990) hay un compromiso en nuestra práctica diaria con las personas que atendemos donde focalizamos las formalezas y sus capacidades, utilizando estrategias de motivación, movilización y orientación al crecimiento personal, es donde aplicamos el concepto de resiliencia en nuestro trabajo diario. Lo que nos interesa es indagar en su situación frente a las adversidades, frente a su sistema de confort, frente a su estrategia de positivismo y de enfrentamiento real en su conducta.
Siguiendo a Richardson (2002) en trabajo social se pueden ver varias etapas en el concepto de Resiliencia que son:
- Primera etapa: Cualidades de la resiliencia.
- Segunda etapa: El proceso de la resiliencia.
- Tercera etapa: Fuerzas motivadores y resiliencia innata.
Según el Instituto Español de Resiliencia son 10 los pilares fundamentales:
- Autoconocimiento.
- Motivación.
- Autocontrol.
- Autonomía.
- Confianza.
- Relación.
- Optimismo.
- Humor.
- Optimismo.
- Coherencia.
Estos pilares de forma inconsciente se trabajan desde la perspectiva social en las personas que están enfrentándose a situaciones dolorosas o cambiantes. La vivencia de cada persona es única y no podemos extrapolar a situaciones similares. De la misma forma que hay personas que viven situaciones dolorosas como una forma de aprendizaje y constructiva.
No debemos olvidar que el tiempo de adaptación no puede estar marcado por nuestra agenda laboral, el tiempo desde mi punto de vista en trabajo social no se puede medir en situaciones dolorosas.
Todas las personas pueden trabajar su Resiliencia y no pueden olvidar que hay profesionales que pueden acompañar en este trayecto.